lunes, 27 de octubre de 2008

madera y gatos. El rito.

Primera.

Hoy me fui en auto. Salí enojada de la universidad. No se como, ni en que momento, me inundo un aire de amargura. Que hasta me daba risa querer controlar (¿?). Salí pateándome los ánimos, con las botas acabadas, las manos percudidas y sin batería en el reproductor para ponerle mas drama a esto. Salí, ya iba en automático antes de subirme al auto. No se por que, me fui por López Mateos. Creo que a veces me encanta irritarme y llegar a mi límite. (odio López Mateos y en definitiva no es que ame Periférico)

Durante todo el trayecto me dedique a ver los focos de mi delantero y en no dejar que un alebrestado Jr. me rebasara. La verdad es que López Mateos no ofrece, más que los faros de tu hermano, el carro de adelante.

Ya dentro del objeto. Escuchaba la canción El rito. Y de repente, recordé que tenía yo un pendiente con la obra de tus manos.

Los colores de los faros fueron cambiando un poco (solo un poquito). Me anime.

- Dale estoy cerca –

Llegue Americas. (Seguía viendo los faros)

Y en menos de unos minutos llegue al CAM

Segunda Parte.

Esa calle huele adobe. Y las piedras hacen más didáctico caminarla. Camine un poco por la banqueta y llegue. Observe mis manos. Seguían percudidas. Un aire en mi cabeza me dio la bienvenida. Todo estaba callado. Un gato negro. Uno color miel. Saltó uno blanco. Y de repente eran más de tres.

Entre. En el recibidor había una cabecita pequeña gris al ras del mueble. Y otro gato arriba de este con información entre sus patas. De la cabecita gris salieron unos ojos con anteojos.

Dijo.dije.

Buenas noches.

Tenia meses sin ir a una galería yo sola y que estuviera sola.

La última fue ahí por la Alameda en Santiago. La obra se llamaba “Fuera de Aquí”.

Muy propio para el momento.

Pero esta no estaba sola. Tenia la impresion de estar descansando. Habia ideas suspendidas en el aire. Los gatos se pasaron a la sala y empezaron a caminar por la galería. Me hubiera encantado que vieras eso, fue un performance muy intimo. Había obras por todos lados. Cobre, madera… cobre.. Madera. (no recuerdo las otras materia, los nombres..um) me gustó mucho la de la entrada. “La nana”. Las figuras eran rechonchas y verdosas, pero en verdad leí la historia.

Recorrí una por una las piezas (los gatos entre mis pies). No quise encontrarte en la multitud (de obras) Quería llegar paso a paso.

Estabas al lado de una clase de figura multidimensional echa en arte digital. Para mi gusto, muy pretenciosa y berrinchuda. Pero esa idea de la mujer que iba a ser enterrada entre elefantes. Agradable.

Y de repente.. tu.

Esa fue en tu escuela, no?


Sonrei

La observe de cerca. De frente y con un poco de miedo por atrás. Veía tus manos en pequeñas dosis de realidad. Era ella. O el. Sus zapatos, El lugar.

El sonido de los grillos que adornaba el lugar, me incito a dar unos cuantos pasos para atrás. Sin dejar de mirar. Y ahora si. Te vi. Reflejado en la figura. (tus símbolos) Tan libre.

“Viento en la arena”

El nombre me pareció un poco tambaleante, pero eras tu. Con todo y dudas. Estabas presente en forma de madera. De todo el lugar, Tu pieza era la única que se movía. Así como el viento. No se si en la arena pero viento de verdad.


Me acerque de nuevo.
Mire la placa

Ernesto López

Seguías siendo tú
Y tus manos entre viejas y jóvenes trabajando en imaginar.

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